El Salvador, 23 de Julio 2014
Fuente: Diario El Mundo
Han perdido la esperanza de que vuelva a llover. Su única opción es recibir ayuda en semillas y abono para volver a sembrar.
El impacto de un rayo sobresaltó al bebé que intentaba dormir entre los brazos de su padre, quien mejor decidió volver a la casa. Pero mientras el temor se apoderó de su hijo, a José García le entró una ligera sensación de esperanza, de que esa lluvia que anunciaba amenazante su llegada lograría rescatar la manzana de maíz que lo esperaba a unos kilómetros de ahí. Pero la tormenta que llegó a cantarazos en San Salvador la tarde del lunes recién pasado, no llegó de la misma forma a la Hacienda Palmira, del municipio El Rosario, en el departamento de La Paz, donde García y muchos otros campesinos alquilan parcelas para sembrar maíz y sandías.
Aunque las jornadas de García duran habitualmente desde las 5:30 a.m. cuando llega a su manzana, hasta pasadas las 7:00 de la noche cuando regresa a su casa en la lotificación Miraflores de San Pedro Masahuat, últimamente éstas se han acortado. Y esta nueva rutina se repitió ayer cuando llegó a su cultivo. La tormenta, en lugar de aliviar a sus plantas de maíz las había afectado más. La lluvia fue poca y el viento que llevó consigo botó algunas de las débiles plantas.
El maíz de José oscila entre hojas ya secas y plantas escuálidas. De algunas surgen mazorcas que arranca sin dudarlo y al abrirlas muchas no tienen granos, mientras que de otras apenas sale un par. No le sirven para nada, ni para llevárselos a sus hijos que son aficionados a comer elotes. “Quería que ésta fuera una buena producción para venderla a Maseca. En un poco más de la manzana le puse seis sacos de abono, ahora ya me quedé sin nada. No tengo para volver a sembrar”, comenta. Para su manzana de maíz de cal, según él una de las mejores clases, había invertido la poca ganancia que le dejó el año pasado y una ayuda en remesa enviada por sus familiares en el exterior. Ahora él teme esa llamada de sus familiares en la que le pregunten cómo le ha ido y si ya tiene ganancias. A sus 26 años, García luce 10 años más viejo.
A un lado, sus vecinos de parcela Ever Rodríguez y Pablo Estrada, también pasan por la misma situación. Su mayor decepción es que ellos intentaron prevenir los estragos de la sequía. “Como productores esperábamos la sequía en agosto. La idea era sembrar anticipado para salvar, para que la seca agarrara a la planta cuando ya estuviera entrando a elote, pero la seca se adelantó”, lamenta Estrada, quien también es asociado a Anca (Asociación Nacional Campesina Agro industrial).
El primer período seco comenzó en junio cuando ellos lo esperaban para agosto. Mientras que unas plantas se quedaron con mazorcas secas, otras no alcanzaron el tamaño necesario. Aunque aún lucen verdes y con flores, los agricultores no esperan que den algo más.
Entre pagar el alquiler de las tierras, las semillas y los fertilizantes cada quien ha invertido más de $500. El esfuerzo y trabajo que puso cada uno en su cultivo usualmente no lo cuentan. Algunos de ellos han tenido que hacer préstamos, como Federico Martínez, de 60 años, quien teme tener que volver a vender algunas de sus pertenencias para pagar. “El banco no pierde. Dicen pegue o no pegue el cultivo, tienen que pagar”, al contar como un chiste la amenaza. Su cultivo está ubicado en una zona conocida como “La punta del chile”, en San Pedro Masahuat, cerca de la Hacienda Santa Clara.
Él tiene varias décadas cultivando en la zona y no duda en afirmar que ha sido la peor sequía que ha pasado. “Ha sido la peor pérdida que he tenido en ocho años”, reitera Aníbal Villalta, quien también ve con una mezcla de enojo y decepción sus plantas de maíz que quedaron enanas. Para su familia de siete miembros la única opción es que él encuentre otro tipo de ingreso rápido, pero no hay muchas opciones. Los más jóvenes han tenido que optar por ir a las maquilas, cuenta Estrada.
Entre todos ellos no hay ninguno que pueda decir que va a salvar al menos el 10% de sus cultivos. Para todos, lo único viable es botar todas las matas y volver a sembrar con urgencia. Debe ser antes del 20 de agosto para que les ayude lo que queda de la época lluviosa. Pero sería arriesgándose además por la amenaza de El Niño y ninguno tiene para volver a invertir en sus manzanas.
“Ya está totalmente perdido, la única manera sería que nos dieran una ayudita para poder volver a cultivar, pero si nos dan solo semillas quedamos lo mismo porque no tenemos dinero para el abono y fertilizantes”, asegura Rodríguez. También se quejaron de que las entidades como el Ministerio de Agricultura y el Centro Nacional de Tecnología Agropecuaria y Forestal (Centa) tienden a ayudar solo a las cooperativas y dejan de lado a los pequeños agricultores. Donde ellos no ha llegado ningún proyecto de sistemas de riego.
Ayer todos regresaron a sus viviendas antes de la hora, con la preocupación marcada en sus rostros. Pese a que a Estrada le toca cargar con todo el peso de su trabajo por sí solo nunca se le ha ocurrido exigir la ayuda de su hijo mayor.
“Que se dedique más al estudio para salir adelante, para sacar su carrera. Si alguien no puede letras no halla empleo. Aquí en la agricultura va a llegar a su fin”, lamenta Estrada.
La amenaza de El Niño
• Por el momento el fenómeno de El Niño no ha terminado de desarrollarse en el océano Pacífico, pero los especialistas estiman que podría hacerlo en los próximos meses.
•Su influencia ha generado la reducción de lluvias en la región centroamericana, pero también la reducción de la temperatura en el océano Atlántico ha hecho que disminuyan los huracanes en el área. Usualmente a través de ellos también llegaban lluvias al país.
•Volver a cultivar en agosto implica un riesgo para los agricultores ya que se esperan más períodos secos.
