Prólogo
Es para mí un gran placer escribir el prólogo de la presente publicación anual de Acción contra el Hambre, publicación importante y enormemente necesaria de una organización que contribuye a luchar contra el hambre en el mundo de una manera extraordinaria.
Desde hace más de treinta años, Acción contra el Hambre lleva a cabo una labor constante e irreemplazable en la puesta en práctica de programas para combatir el hambre y la desnutrición en muchas partes del mundo afectadas por conflictos y desastres naturales. Por todos es conocido el trabajo de la organización en cuanto a la prestación de ayuda para atender las necesidades inmediatas de las poblaciones afectadas por los desastres y el impulso de iniciativas destinadas a procurar su autosuficiencia. Asimismo, Acción contra el Hambre realiza una gran labor para dar a conocer el impacto y la dimensión devastadora de la desnutrición, especialmente entre los niños menores de cinco años.
Lamentablemente, y con demasiada frecuencia, el diagnóstico y el consecuente tratamiento de la desnutrición infantil solo tienen lugar una vez que las sucesivas crisis recurrentes han mermado la capacidad de las familias de los niños para proporcionarles un entorno saludable y protector.
Las crisis recurrentes, aunque en muchos casos son previsibles y se pueden evitar, empujan a las comunidades más vulnerables al borde del abismo. Sin embargo, los medios, los donantes y los políticos no suelen prestarles atención. Las crisis recurrentes pueden ser provocadas por la escasez estacional o endémica de alimentos, fenómenos climatológicos extremos y devastadores como los ciclones y las sequías, enfermedades causadas por unas condiciones sanitarias deficientes y la ausencia de agua potable, así como conflictos violentos provocados por unos pocos pero que afectan a gran cantidad de personas.
Las familias vulnerables carecen de los recursos necesarios para construir su capacidad de recuperación y hacer frente a estas crisis. En consecuencia, incluso los acontecimientos de menor importancia les obligan a recortar sus recursos, con lo que su situación para superar las crisis siguientes es aún más precaria.
Con esta publicación se quiere arrojar luz sobre el problema de las crisis recurrentes, asunto pendiente desde hace mucho tiempo. Asimismo, se presentan algunas de las soluciones innovadoras puestas en práctica por Acción contra el Hambre para aumentar la capacidad de recuperación de las comunidades vulnerables y prepararlas para hacer frente a la llegada de nuevas crisis.
En esta publicación se demuestra que el hambre no es algo inevitable, sino que se puede combatir con resultados satisfactorios y se puede erradicar de la faz de la tierra. El hambre es una injusticia intolerable, especialmente porque sus causas son bien conocidas y porque existen los medios para luchar contra ella. Sin embargo y por encima de todo, es necesario que exista la voluntad política de garantizar la implantación de programas que eviten los graves efectos de las crisis antes de que se produzcan.
António Mascarenhas Monteiro
Expresidente de Cabo Verde y Defensor de la Nutrición en África Occidenta